La parrilla tiene muchas leyendas.
Una de ellas cuenta que un herrero enfadado con un barón le hizo una parrilla con el hierro que le sobró de hacer una cerca, y la usó para asar carne delante del castillo. El olor era tan delicioso que el barón le pagó lo que le debía y se quedó con la parrilla.
Otra historia narra que unos presos liberados en Uruguay celebraron haciendo una parrilla con la puerta de una celda, y compartieron la carne con todos los que pasaban por allí.
La última de las versiones cuenta que los gauchos usaban las rejillas de hierro que servían para secar los cueros como parrillas para asar la carne que les sobraba de los animales que mataban.
Lo cierto es que la parrilla es una tradición muy arraigada en el Río de la Plata. Nos permite disfrutar de una cocción inigualable y de soñar y proyectar momentos únicos, alrededor del fuego, junto con amigos y la familia.