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Parrillas

La parrilla tiene muchas leyendas. 

Una de ellas es la historia de un herrero enfadado con un barón quién se negaba a pagarle una cerca. En venganza, el herrero, con los hierros sobrantes, se instaló en la puerta del castillo y comenzó a asar carne. El  olor era tan delicioso que el barón le pagó lo que le debía y se quedó con la parrilla. 

Otra historia cuenta que luego de una amnistía de 1832 en Uruguay fueron liberados los presos de la cárcel de Colonia del Sacramento. En su paso a la libertad, comenzaron a destruirla y con una de las puertas de las celdas, festejaron asando carne sobre ella.

La última de las versiones cuenta que los gauchos usaban las rejillas de hierro que servían para secar los cueros como parrillas para asar la carne que les sobraba de los  animales que mataban. 

Lo cierto es que la parrilla es una tradición muy arraigada en el Río de la Plata. Nos  permite disfrutar de una cocción inigualable y de soñar y proyectar momentos únicos,  alrededor del fuego, junto con amigos y la familia. 

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