Los sombreros de chimenea, también conocidos como sombreros o chapiteles de chimenea se remontan a la antigüedad, cuando se utilizaban para evitar que el humo y la ceniza salieran de las chimeneas de manera desordenada. Algunos de los primeros ejemplos se han encontrado en antiguas construcciones, como en la Grecia y Roma antigua. Durante la Edad Media, los sombreros de chimenea se convirtieron en elementos comunes en los edificios, especialmente en las casas de la nobleza y en las iglesias. Estos sombreros adoptaron formas y estilos diversos, reflejando las tendencias arquitectónicas de cada época. En el Renacimiento y el Barroco, los sombreros de chimenea se volvieron más elaborados y ornamentados, convirtiéndose en verdaderos elementos decorativos de las construcciones.